El primer juego fue el de Alicia que se juega con palos de colores, al principio fue solo nos pareció un juego tonto e inofensivo, pero después, con el paso del tiempo nos enviciamos en el juego. Las preguntas eran simples, (preguntas que se contestan en si y no), ¿fulanito quiere a zutanito?, etc.
Transcurrió un tiempo y nos entro las ganas de conocerla. Le preguntamos si era niña, adivinamos su edad etc., así que le preguntamos que si quería jugar al guija con nosotros, aunque en realidad nunca antes habíamos jugado a eso, yo por lo menos no. Todos accedieron a jugar y decidimos crear la guija esa misma tarde y platicar con ella, antes de cada sesión, primero la consultábamos, antes de jugar, después solo comenzábamos sin ella. Al principio no hubo ningún problema, todo estaba bien, ya la conocíamos y pensábamos que ella nos protegería (¿una tontería pensar en eso, no?). Comenzamos a jugar y el vaso comenzó a dar vueltas por la mesa pero en sentido contrario a las manecillas del reloj, con una velocidad vertigosa, como si algo tratara de apoderarse del mismo vaso. Después de unos segundos se paraba y continuábamos el juego como si no hubiese pasado nada allí momentos antes.
Alicia nunca fue grosera con nosotros, o creíamos que ella era por lo menos, pero su primera grosería fue para Carla, a la cual le llamó Puta. ¡Nos sorprendió un poco! pero después de eso la risa nos gano y le quitamos importancia al asunto. Como yo nunca he sido muy creyente de esos juegos rete a Alicia a que fuera a mi casa y apareciera ante mí (un error fatal por mi parte), y ella accedió.
La primera noche no sucedió nada que me asustara mucho, porque la verdad estoy un poco acostumbrada y además no me encontraba sola, me encontraba con mi novio en mi cuarto viendo la TV, cuando de repente una mano apareció por debajo de la cama y trato de apoyarla, pero traspasó los barrotes y el colchón y desapareció. A la noche siguiente, apareció en los sueños de mi amigo Carlos, pues decía que lo quería mucho porque se parecía a su gordito. El nos contó al día siguiente que no era una niña la que apareció en sus sueños si no una muchacha como de nuestra edad. A la tercera noche, fue a la casa de mi amiga Adriana para quedarse, puesto que era el lugar donde jugábamos a la guija y a Alicia. Después de eso, algunos le tuvieron mucho miedo y decidieron no jugar y solo nos quedamos cuatro, y unos amigos aparte que dudaban de eso, pues nunca habían estado con nosotros. La última sesión con la guija fue violenta porque a cada pregunta que hacíamos cambiaba como de persona, no era solo una, nos decía tantas cosas y en dialectos diferentes que no entendíamos nada, la mayoría era en el dialecto infernal decía mi hermano menor, el cual estaba muy asustado y decía que no siguiéramos. Entonces uno de sus amigos comenzó a rezar y viendo eso el juego le ordenó que no rezara.
- ¡Cállate!, dios no existe. No reces, no reces, no reces…
Nadie se había dado cuenta hasta entonces de que rezaba, porque lo hacia en silencio hasta que el juego lo callo, el niño comenzó a dar vueltas por la mesa como tonto y el vaso con el que jugábamos lo seguía al rededor, después Adriana quiso detenerlo pero no pudo, ya que antes de que pusiera la mano en la mesa el vaso salio volando, y cayo al lado de mi hermano. Los vidrios quedaron a un lado de mi amiga que se encontraba a medio metro de distancia de él. Lo bueno es que no paso nada, el niño que rezaba era muy católico por eso el juego no lo quería, después de eso no volvimos a jugar nunca más. Pero en la casa se oyen cosas, voces, se mueven los objetos, se ve gente recorriendo los pasillos sin apenas rozar la superficie del suelo, en el baño te bajan la palanca y te quitan las toallas pero no nos da miedo, seguimos visitando a mí amiga y dice que ya se ha acostumbrado a su presencia, y nosotros también. Aunque… ¿Quién sabe si pueden levantarse contra nosotros nuevamente?
Transcurrió un tiempo y nos entro las ganas de conocerla. Le preguntamos si era niña, adivinamos su edad etc., así que le preguntamos que si quería jugar al guija con nosotros, aunque en realidad nunca antes habíamos jugado a eso, yo por lo menos no. Todos accedieron a jugar y decidimos crear la guija esa misma tarde y platicar con ella, antes de cada sesión, primero la consultábamos, antes de jugar, después solo comenzábamos sin ella. Al principio no hubo ningún problema, todo estaba bien, ya la conocíamos y pensábamos que ella nos protegería (¿una tontería pensar en eso, no?). Comenzamos a jugar y el vaso comenzó a dar vueltas por la mesa pero en sentido contrario a las manecillas del reloj, con una velocidad vertigosa, como si algo tratara de apoderarse del mismo vaso. Después de unos segundos se paraba y continuábamos el juego como si no hubiese pasado nada allí momentos antes.
Alicia nunca fue grosera con nosotros, o creíamos que ella era por lo menos, pero su primera grosería fue para Carla, a la cual le llamó Puta. ¡Nos sorprendió un poco! pero después de eso la risa nos gano y le quitamos importancia al asunto. Como yo nunca he sido muy creyente de esos juegos rete a Alicia a que fuera a mi casa y apareciera ante mí (un error fatal por mi parte), y ella accedió.
La primera noche no sucedió nada que me asustara mucho, porque la verdad estoy un poco acostumbrada y además no me encontraba sola, me encontraba con mi novio en mi cuarto viendo la TV, cuando de repente una mano apareció por debajo de la cama y trato de apoyarla, pero traspasó los barrotes y el colchón y desapareció. A la noche siguiente, apareció en los sueños de mi amigo Carlos, pues decía que lo quería mucho porque se parecía a su gordito. El nos contó al día siguiente que no era una niña la que apareció en sus sueños si no una muchacha como de nuestra edad. A la tercera noche, fue a la casa de mi amiga Adriana para quedarse, puesto que era el lugar donde jugábamos a la guija y a Alicia. Después de eso, algunos le tuvieron mucho miedo y decidieron no jugar y solo nos quedamos cuatro, y unos amigos aparte que dudaban de eso, pues nunca habían estado con nosotros. La última sesión con la guija fue violenta porque a cada pregunta que hacíamos cambiaba como de persona, no era solo una, nos decía tantas cosas y en dialectos diferentes que no entendíamos nada, la mayoría era en el dialecto infernal decía mi hermano menor, el cual estaba muy asustado y decía que no siguiéramos. Entonces uno de sus amigos comenzó a rezar y viendo eso el juego le ordenó que no rezara.
- ¡Cállate!, dios no existe. No reces, no reces, no reces…
Nadie se había dado cuenta hasta entonces de que rezaba, porque lo hacia en silencio hasta que el juego lo callo, el niño comenzó a dar vueltas por la mesa como tonto y el vaso con el que jugábamos lo seguía al rededor, después Adriana quiso detenerlo pero no pudo, ya que antes de que pusiera la mano en la mesa el vaso salio volando, y cayo al lado de mi hermano. Los vidrios quedaron a un lado de mi amiga que se encontraba a medio metro de distancia de él. Lo bueno es que no paso nada, el niño que rezaba era muy católico por eso el juego no lo quería, después de eso no volvimos a jugar nunca más. Pero en la casa se oyen cosas, voces, se mueven los objetos, se ve gente recorriendo los pasillos sin apenas rozar la superficie del suelo, en el baño te bajan la palanca y te quitan las toallas pero no nos da miedo, seguimos visitando a mí amiga y dice que ya se ha acostumbrado a su presencia, y nosotros también. Aunque… ¿Quién sabe si pueden levantarse contra nosotros nuevamente?
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