Resumen:
Primer libro de la serie Cassie Palmer.
Cassandra Palmer puede ver el futuro y comunicarse con los espíritus, dones que la hacen atractiva para los muertos y no-muertos. Los fantasmas de los muertos no son generalmente peligrosos; tan sólo quieren hablar... mucho. Los no-muertos son otra historia.
Como chica sensata que es, Cassie intenta evitar a los vampiros. Pero cuando el mafioso chupasangre del que escapó tres años atrás la busca de nuevo con intención de vengarse, no le queda más remedio que acudir al Senado en busca de protección. Los senadores no-muertos no van a ayudarla bajo ningún concepto y Cassie se ve trabajando con uno de sus miembros más poderosos, un maestro vampiro, peligrosamente seductor, que exige un precio mucho mayor de lo que Cassie está dispuesta a pagar...
Capítulo 1
Supe que estaba en problemas tan pronto como vi la necrología. El hecho que tuviera mi nombre en ella fue en cierto modo una pista. Lo que no sabía era cómo me habían encontrado, y era quién el tipo con sentido del humor. Antonio nunca ha sido gran cosa para la comedia. Nunca he entendido si esto tiene algo que ver con estar muerto, o si él siempre ha sido un hijo de puta taciturno.
La necro estaba en la pantalla de mi PC de la oficina en lugar del logotipo usual de la agencia de viajes. Se parecía a la parte de una página de periódico que había sido escaneada y luego colocada como fondo de escritorio de la computadora, y no había estado allí cuando yo había ido por una ensalada media hora antes. Si no hubiera estado tan alucinada, habría estado impresionada. No sabía que ninguno de los imbélices de Tony supiera lo que era una computadora.
Revolví dentro de un archivador por mi pistola mientras leía la descripción del bromista de mi horripilante muerte más tarde esta noche. Tenía una pistola mejor en mi apartamento, junto con unas otras pocas sorpresas, pero regresar probablemente no fuera mi mejor movimiento. Y a menos que esperase suficiente problema para correr el riesgo de llevar una oculta, la única cosa que guardaba en mi bolso era un pequeño frasco de spray defensor para potenciales asaltantes. Después de más de tres años de relativa seguridad, había comenzado a cuestionar la necesidad de hasta eso. Me había vuelto descuidada y sólo podría esperar que no estuviese a punto de matarme.
Bajo mi nombre había una larga descripción de un párrafo de un desafortunado incidente que me involucraba, un tirador desconocido y dos balas a través de la cabeza. El artículo tenía fecha de mañana, pero el tiro debía ocurrir a las 8:43 esta noche en la Calle Peachtree. Eché una mirada a mi reloj; faltaban veinte minutos para las ocho, así es que me había dado una ventaja de una hora. Eso parecía demasiado generoso para Tony. Mi mejor suposición de por qué no estaba ya muerta era que matarme en el acto es muy fácil para un tipo que hacía liquidar personas todo el tiempo. En mi caso, él quería algo especial.
Finalmente encontré mi Smith & Wesson 3913 bajo un folleto para un crucero a Rio. Me pregunté si era una señal. No hay ningún modo de que pueda tener la cantidad de dinero en efectivo para salir del país, sin embargo, y una rubia mofletuda, de ojos azules podría parecer un poco obvio al lado de todas esas señoritas de ojos endrinos. Además, no sabía si Tony tenía colegas en Brasil, pero lo creo capaz. Cuando tú has estado por ahí el tiempo suficiente para recordar a Michelangelo bebiendo bajo la mesa, haces unos pocos contactos.
Saqué un paquete de chicle del compartimiento de la pistola en mi bolso y empujé la Smith & Wesson dentro. Se ajusta como si hubiera sido hecha para ella, lo cuál era. Había comprado la pistola, mi primera, y tres bolsos casi cuatro años atrás por recomendación de un federal llamado Jerry Sydell. Como un gran número de personas, él había pensado que yo era un caso de locura, pero ya que había ayudado a inhabilitar a una de las familias más grandes del crimen en Philly, él estaba dispuesto a darme algún consejo gratis. Él me ayudó a escoger la pistola semiautomática 9-mm, la cual combinaba una agarradera bastante pequeña para mis manos con el poder para desalentar a cualquier cosa sobre dos piernas.
–Excepto los fantasmas y los ghoulies –él había dicho con una sonrisa abierta–. Tú actúas sin ayuda de nadie con ellos.–Él también me había llevado a un campo de tiro para practicar todos los días durante dos semanas, y llegue al punto que, aun si todavía no podía golpear el lado de un granero, no lo erraba por mucho. Había continuado las sesiones de práctica cada vez que me las podía permitir, conque ahora definitivamente podría golpear un granero… si era uno grande y yo estaba de pie aproximadamente a tres metros. En secreto esperaba que nunca tuviese que disparar a nada aparte de un blanco. No era mi culpa que no funcionase de ese modo.
Pienso que a Jerry en cierto modo yo le gustaba —le recordaba a su niña mayor— y él quería verme ir por el camino recto. Él pensó que había trabado amistad con la gente equivocada cuando era demasiado joven para tener mejor criterio, lo cual era más cierto de lo que él suponía, luego se dio cuenta y decidió darle las pruebas al Estado. Como él explicaba el hecho que una huérfana de veinte años supiera todo acerca de los funcionamientos interiores de una de las principales familia del crimen nunca lo sabré, pero seguro que no tenía fe en “esa majadería de la brujería”, como él la llamaba. Jerry no creía en lo sobrenatural… de ningún tipo. Dado que no quería que él me encerrara en una pequeña celda con paredes acolchadas en alguna parte, no mencioné mis visiones, o cuán cerca él había estado con el comentario de los fantasmas y los ghoulies.
Siempre he sido una especie de imán para los fantasmas. Tal vez es parte de la cosa entera de la clarividencia; no sé. Tony tenía siempre cuidado sobre lo que él me dejaba estudiar —pienso que él temía que yo me imaginaría alguna forma de usar mis habilidades contra él si sabía más de la cuenta— así es que no soy muy conocedora de mi talento. Por supuesto, podría ser que mi atracción al mundo espiritual sea simplemente porque los puedo ver: Debe ser una experiencia desalentadora, aparecerse a alguien que incluso no sabe que tú estás allí. No es que se me aparezcan, exactamente, pero a ellos les gusta mostrase cuando estoy por ahí.
Algunas veces eso no es una mala cosa, como con la anciana que me encontré en un callejón junto a un fugitivo menor de edad. Tiendo a ver a los fantasmas como sólidos la mayor parte del tiempo, especialmente si son nuevos y poderosos, entonces me llevó un rato darme cuenta de lo que ella era. Ella estaba allí para actuar como alguna suerte de ángel de la guarda sobre su nieto, a quien había ayudado a criar. Ella murió cuando él tenía diez años, y el novio de su hija comenzó golpearle tan pronto como él fue a vivir con ellos. El niño se escapó en menos de un mes. Ella me dijo que no había pasado una década velando por él para abandonarle ahora, y estaba segura que a Dios no le importaría esperarla por un ratito. Por su petición, le di suficiente dinero para subir a un autobús hasta la casa de su hermana en San Diego antes de seguir adelante. Naturalmente, no mencioné ese tipo de cosa a Jerry. Él no creía en nada que no pudiera ver, tocar o meter una bala, la clase de temas limitativos para la conversación. Huelga decir, que además no creía en vampiros, al menos no hasta que un par de tipos de Tony le alcanzaron una noche y desgarraron su garganta.
Supe lo que estaba a punto de sucederle a Jerry porque vi sus últimos segundos mientras entraba en la bañera. Como siempre, obtuve un vívido, a todo color, cercano y personal billete para la carnicería, que casi me hizo resbalarme y fracturarme el cuello en el piso resbaladizo del cuarto de baño. Después de que dejé de temblar lo suficiente como para mantener un teléfono, llamé al número de emergencia del Programa de Protección de Testigos, pero la agente que contestó se puso desconfiado cuando no le dije cómo sabía lo que estaba a punto de suceder. Ella dijo que recibiría el mensaje para Jerry pero no sonó demasiado entusiasmada de perturbar su fin de semana. Así es que telefoneé al líder de los matones de Tony —un vampiro llamado Alphonse— y le recordé que a él le correspondía enterarse donde el gobierno me había escondido, sin arriesgarse a enojar al Senado matando a humanos que no sabían nada. Jerry era inútil para ellos porque su información estaba a punto de ser noticias viejas.
Nunca había tenido mucho éxito en alterar los resultados de mis visiones, pero esperaba que el uso del nombre del Senado fuese hacer a Alphonse pensárselo dos veces. El Senado es un grupo de vampiros realmente viejos que aprueban las leyes que los menos poderosos tienen que obedecer. Mientras ellos no piensan más en los humanos de lo que Tony lo hace, les gusta la libertad de ser sólo un mito y se toman muchas molestias para no atraer atención fatal. Matar a los agentes del FBI es el tipo de cosa que tiende a enojarlos. Pero todo lo que Alphonse hizo fue darme la evasiva acostumbrada mientras sus chicos rastreaban la llamada. Al final, lo único que pude hacer fue asegurarme que cuando alguien llegase a mi puerta, yo estuviera ya en un autobús fuera de la ciudad. Creí que dado que el gobierno aun no reconoce que los vampiros existen, sus oportunidades de mantenerme a salvo de ellos no eran demasiado buenas.
Pensé que mis probabilidades eran mejores sola, y durante más de tres años había tenido razón. Hasta ahora.
No me molesté en coger nada de la oficina excepto la pistola: Una cosa acerca de correr por tu vida… eso realmente limita tus prioridades. No que mi 9 mm haría mucho a un vampiro, pero Tony a menudo empleaba secuaces humanos para las correrías menores. Realmente esperaba que él no hubiera pensado que vale la pena hacer por mí venir un auténtico profesional. No estaba muy entusiasmada acerca de la idea de aceptar algunas balas en el cerebro, pero me gustaba aun menos la perspectiva de terminar como una de sus adquisiciones permanentes. Él nunca me había dejado ser convertida porque él había tenido un psíquico una vez quién se convirtió en un vampiro y su percepción extrasensorial fue completamente cegada después, y él pensaba que mi regalo era demasiado útil para arriesgarse. Ahora me preocupaba que él corriese el riesgo. Si yo perdía mi talento después del cambio, entonces él podría estacarme y conseguir retribución por algo del infierno que yo le había provocado. De lo contrario, él tendría una inmortal experta con lealtad garantizada, puesto que es realmente difícil contravenir los deseos del vampiro que te hizo. Era una situación beneficiosa para ambas partes desde su perspectiva, asumiendo que él viese más allá de su furia lo suficiente como para sacar en claro eso. Comprobé la pistola y me aseguré que tenía un cargador lleno. Si me cogían, no iba a sucumbir sin pelear, y en el peor de los casos, me comería la última bala antes de llamar a ese bastardo maestro.
A diferencia de la última vez, había algo que tenía que hacer antes de coger un paseo hacia otra vida nueva. Salí inadvertida de la agencia con la mayor brevedad posible, por si acaso los chicos de Tony decidían eludir un poco la fecha tope, y evitar la puerta principal retorciendo a través de la ventana del cuarto de baño. Siempre parece tan fácil cuando las personas hacen eso en la tele. Terminé con un muslo raspado, las medias rotas y un labio mordido de tratar de no maldecir. Finalmente lo manejé, bajé corriendo por una sucia calle lateral hasta un aparcamiento y corté a través de Waffle House. El viaje fue corto pero angustioso. Los callejones familiares repentinamente parecieron escondites perfectos para los secuaces de Tony, y cada ruido sonaba como el gatillo de una pistola siendo cargado.
El Waffle House tenía brillantes luces halógenas en el aparcamiento, haciéndome sentirme terriblemente expuesta mientras lo cruzaba. Misericordiosamente, la fila de teléfonos estaba en sombra cerca de un lado del edificio. Me estacioné delante del que operaba y extraje un poco de cambio de mi bolso, pero nadie recogió en el club. Deje el teléfono sonar veinte veces mientras mordía mi labio y me dije a mí misma que no significaba nada. Era Viernes noche… probablemente nadie podía oír un teléfono sobre el estrépito, o tenía tiempo para contestar si lo hacían.
Me llevó un rato logra llegar a pie, ya que trataba de permanecer fuera de la vista y evitar romperme un tobillo en mi nueva, botas de tacón alto, sobre la rodilla. Las había comprado porque hacían juego con la linda minifalda de cuero que dependienta me había convencido de comprar, y había pensado en impresionar a los del club después del trabajo, pero no estaban exactamente hechos para la velocidad. Se supone que soy una poderosa clarividente, ¿pero piensas tú que cualquier cosa estalló en mi cabeza más temprano acerca de quizás llevando zapatillas de tenis, o a menos zapatos sin tacón? Demonio, no. Lo mismo que nunca me gano la lotería. Todo lo que Veo es la clase de cosas de la cual las pesadillas y los serios problemas con la bebida son hechos.
Era una de esas calurosas noches de Georgia cuando el aire se siente como una pesada manta contra tu piel y la humedad está fuera de las gráficas. Una fina niebla se mostraba en la incandescencia de los postes del alumbrado, pero la mayor parte de la luz disponible venía de la luna brillando lejos de las calles con el pavimento mojado y volviendo plata los charcos. La noche había emblanquecido el color de los edificios en el centro, destiñéndolos a un suave gris que se entremezclaba con las sombras y escondía las cimas de los rascacielos. El distrito histórico parecía algo fuera del tiempo esa noche, especialmente cuando pasé la Casa de Margaret Mitchell hacia el oste de Peachtree. Pareció perfectamente natural cuando uno de los carruajes de caballos que atienden el turismo vino alrededor de la esquina… excepto que iba a pleno galope y casi me atropelló.
Tuve un segundo para ver las caras asustadas de los turistas los cuales estaban aferrándose como si les fuera la vida ello en el asiento trasero, antes de que el carruaje rebotase fuera de la acera y diera bandazos calle abajo fuera de la vista. Arrastré mi personalidad cubierta de barro fuera de la cuneta y miré encolerizadamente alrededor suspicazmente. La alegre risa a mis espaldas me aclaró cómo había sido persuadido ese viejo gordo caballo para intentar conseguir un nuevo récord de velocidad. Un rastro de niebla, casi indistinguible de la ligera lluvia, se movía errática y ligeramente. Lo agarré, metafísicamente hablando.
– ¡Portia! ¡Eso no fue gracioso!
La risa tintinó otra vez y una linda beldad sureña completa con miriñaques balanceándose se materializó delante de mí.
–Oh, sí, lo fue. ¿Viste sus caras? –El regocijo chispeó en los que una vez habían sido unos ojos más azules que los míos. Esta noche eran del color de las nubes agitándose arriba.
Pesqué en mi bolso por un klínex para limpiarme las botas.
–Pensé que tú no ibas a hacer eso más ya. ¿Si ahuyentas a los turistas, con quién jugarás? –No abundan los visitantes queriendo fingir que Atlanta, como Savannah o Charleston, tiene un gran distrito histórico para hacer viajes en coches de caballos que valgan la pena. Si Portia continuaba sus juegos, todo aquello que el encanto sureño que había logrado subsistir a la descontrolada expansión de la ciudad —que ofrecía atracciones tan consagradas para pasear como el World of Coca-Cola, el CNN Center y el Underground de Atlanta— estaba condenado.
Portia me hizo un puchero tan atractivo que ella debía de haberlo practicado delante de un espejo cuando estaba viva.
–No eres entretenida, Cassie.
Le dirigí una mirada descontenta mientras trataba de limpiar el cuero salpicado de barro, pero todo lo que conseguí fue mancharlo. Nunca antes me había preocupado por parecer elegante.
–Soy bastante divertida, pero no esta noche. –Había comenzado a llover, y las gotitas caían a través de Portia para salpicar en el hormigón. Odio eso; es como mirar una TV a través de demasiada interferencia–. Tú no has visto a Billy Joe, ¿verdad?
Le llamo Billy Joe a mi espíritu guardián, pero no es enteramente preciso. Él es más un dolor en el culo que ocasionalmente resulta ser útil, pero en ese mismísimo momento no me sentía muy selectiva. Billy es lo que permanece de un tahúr americano irlandés que no pudo perder la mano correcta de naipes en 1858. Un par de airados cowboys, quiénes correctamente asumieron que habían sido timados, le metieron en un saco y lo lanzaron al Mississippi. Afortunadamente para él, recientemente había aliviado a una condesa que estaba de visita de una fea, gran gargantilla que sirvió en cierto modo como una batería sobrenatural, recolectando la energía mágica del mundo natural y almacenándola hasta que le hizo falta. Cuando su espíritu dejó su cuerpo, se detuvo finalmente en la gargantilla, que frecuenta de la misma forma que a otros fantasmas lo hacían con cosas más convencionales, como las criptas. Le dio bastante poder para continuar existiendo, pero fueron mis donaciones ocasionales de energía viva que le hacía tan móvil como era. Había encontrado la gargantilla en una tienda de baratijas cuando tenía diecisiete años, y Billy y yo habíamos sido un equipo desde entonces. Por supuesto, él no podría llevar un mensaje al club por mí conque no tuviera que ir en persona, pero él podría hacer la función de centinela en caso de que algunos malos llegaran demasiado cerca. Asumiendo que le pudiera encontrar, eso era, algo que requería un poco de ayuda fantasmal.
Abundan los fantasmas en Atlanta, y la mayoría son comunes y corrientes, del tipo “vamos a aparecernos hasta que resolvamos nuestros asuntos o nos desvanezcamos”, como Billy Joe. Hay también unos pocos espíritus guardianes y una impresión síquica ocasional, estas últimas no son técnicamente fantasmas. Las impresiones son como un teatro sobrenatural que muestra la misma película repetidas veces hasta que tú quieres gritar. Puesto que usualmente es algo traumático, toparse con una no es divertido. Había pasado mi tiempo libre durante un par de meses después de instalarme aprendiéndome las calles en el área, y una de la cosa más importante que había estado buscando fueron zonas de impresión. Había encontrado aproximadamente cincuenta transacciones con el ardor de la ciudad durante la Guerra Civil, pero la mayoría eran demasiado débiles para causarme mucho más que una punzada de dolor. Pero había una grande entre mi apartamento y la agencia donde un esclavo una vez había sido destrozado por una jauría de perros. Comencé tomando el largo trecho alrededor después de fui atrapado en ella un día. Tengo un montón de recuerdos que desearía olvidar; no necesito las pesadillas de otras personas.
Algunas veces, pienso que ella es peor. Portia es una de esos fantasmas que reviven las partes trágicas de sus vidas repetidas veces, pero no como una película monótona. Rondan con una fijación, parecida a un humano obsesivo que quiere lavar sus manos cincuenta veces al día. Y son móviles, conque te pueden seguir por los años de y pueden hablar sin cesar acerca de lo que fuera que les moleste las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Rompí a Billy Joe a primera hora… él estaba molesto porque murió joven, pero puedo tratar tan sólo unos cuantos coros de “la vida que debería tener” antes de comenzar a ponerme de malhumor.
Desgraciadamente, había cogido a Portia de un humor parlanchín, y me tomó más de diez minutos darme cuenta de que —después de una detallada descripción de los botones de marfil que había cosido sobre su traje de novia nunca usado— ella no había visto a Billy Joe. Típico. Paso la mayor parte de mí tiempo deseando que él se largue, pero él nunca se pierde hasta que le necesito. Mi nivel de contrariedad debía de haberse mostrado en mi cara, porque Portia se detuvo en medio de la historia acerca de una fiesta donde dos oficiales se habían batido por el último lugar en su tarjeta de baile. Era uno de sus favoritos y a ella no le complació ver claramente mi atención vagando.
–No estás escuchando, Cassie. ¿Pasa algo? –Un chasquido enojado de su pequeño abanico ribeteado de encaje decía que debía tener una malditamente buena razón para no hacerlo.
–Tony me ha encontrado, y necesito salir de la ciudad. Pero tengo que pasar por el club primero, y necesito un centinela.
Supe tan pronto como lo dije que debería haber mantenido la boca cerrada. Los ojos de Portia se hicieron aun más grandes, y ella golpeó ruidosamente sus delicadas manos enguantadas conjuntamente con gran deleite.
– ¡Oh, qué divertido! ¡Ayudaré!
–Um, eso es realmente generoso de tu parte, Portia, pero no pienso… quiero decir, hay muchas rutas en el club, y tú no podrías cubrirlas todas –Pero Portia metió un familiar, acerado destello en sus ojos y yo inmediatamente me aplaqué. La mayoría de las veces ella era un dulce de azúcar, pero contraríala y las cosas podrían ponérsete malas rápidamente.
–Encontraré ayuda –ella prometió–. ¡Será como una fiesta! –Ella desapareció en un remolino de enaguas, y suspiré. Algunas de las amistades de Portia eran aun más molestas que ella, pero cualquier centinela era mejor que ninguno. Y no tenía que preocuparme de que los chicos de Tony lo notaran. Aunque él hubiera enviado vampiros, no verían nada.
Tan extraño como suena, un gran número de personas en la comunidad sobrenatural no cree en fantasmas. Oh, algunos estarán de acuerdo que hay ocasionales espíritus preocupados que andan rondando por su tumba durante un rato antes de aceptar lo inevitable, pero pocos aceptarían si les dijera justamente cuántos espíritus se quedan después de la muerte, cuántos tipos diferentes hay, y cuán activos algunos de ellos pueden ser. Los espíritus como Portia y Billy Joe son, para la comunidad sobrenatural, como los vampiros para los humanos…viejas historias y leyendas que son desechadas sin prueba. ¿Qué te puedo decir? Es un mundo extraño.
Llegué al club unos minutos más tarde, sin aliento y con los empeines doloridos, pero intacta. Hacer acto de presencia era, claro está, una idea realmente mala. Aun si nadie me había seguido, una docena de personas en la agencia y mi edificio de apartamentos sabían que trabajaba allí media jornada. Estaba también sólo a una manzana de Peachtree, lo cual no era una coincidencia que me gustase. Si terminó por matarme, pienso regresar y aparecerme a Tony. Pero no podía marcharme sin advertir a mi compañero de cuarto y hacer algún tipo de arreglo para él. Tenía bastante culpa sin añadir otra vida enredada a mi suma total.
El club, con su alto techo de junturas de acero expuestas, las paredes de hormigón cubiertas de graffiti y la enorme pista de baile, era más grande que la mayoría, pero esta noche, había suficientes figuras girando bajo las luces colgantes de la discoteca para hacerlo casi claustrofóbico. Estaba agradecida por el apretujón, puesto que hacía menos probable que alguien me advirtiera. Me introduje en el camino trasero y no encontré ningún problema… al menos, no de la variedad pistola ondeante, homicida.
Uno de los camareros había llamado para excusarse por enfermedad, conque estaban faltos de personal, y Mike trató de pedirme que lo sustituyera tan pronto como me vio. Normalmente no me habría importado, pues mi trabajo habitual como una de sus innovadoras funciones no proporcionaba muchas propinas. Leo el tarot tres noches a la semana, aunque nunca me han gustado las cartas. Las uso porque se espera, pero no necesito mirar de reojo en arcaicas imágenes para conocer qué está a punto de suceder. Mis visiones vienen en technicolor y encierran sonido, y son bastantes más completas. Pero la mayoría de la gente habría preferido una lectura estándar que lo que yo emitía. Como dije, soy mejor Viendo las malas cosas. Esta noche, sin embargo, rechacé la oportunidad de hacer unos pocos dólares. No pensaba que trabajar como camarera fuese la forma que quería pasar mi última hora.
– ¿Qué dices? –Mike me gritó alegremente, imitando a Tom Cruise con las botellas de licor para el ruidoso reconocimiento del gentío.
Suspiré y busqué a fondo en mi bolso. Mis dedos se apretaron alrededor de la grasienta cubierta del tarot que había sido un regalo de mi décimo cumpleaños de mi vieja institutriz, Eugenie. Ella había puesto un sortilegio en las cartas para alguna bruja con un sentido del humor, y yo la mantuve conmigo porque era bueno para entretener a los clientes. Pero las predicciones —que actuaban como un tipo de anillo de humor del kármico— tenían la extraña costumbre de ser bien precisas. La sostuve en alto y una tarjeta salió de improviso. No era una que quisiera ver.
–La Torre –una voz resonante comenzó, antes de que la empujase de regreso dentro de la baraja y profundamente en mi bolso.
– ¿Está bien?–Mike preguntó, antes de distraerse por el escote de una bonita rubia. Solamente asentí con la cabeza y me fui deprisa, perdiéndome en la muchedumbre antes de que él pudiera oír algo más. La voz fue sólo un graznido amortiguado desde mi bolso superpoblado, pero yo no necesitaba oírlo para saber lo que dijo. La Torre significa un cambio enorme, catastrófico, el tipo que deja una vida completamente alterada. Traté de decirme a mí misma que podía haber sido peor —podía haber sido la Muerte— pero no era mucho consuelo. La Torre es probablemente la carta más temida dentro de la baraja. La Muerte puede tener muchos significados, más no la literal, pero la Torre siempre indica problemas para cualquiera que quiere una vida pacífica. Suspiré… ¿Qué más había de nuevo?
Finalmente localicé a Tomas en la Mazmorra —el apodo que Mike le había dado al sótano— pasando trabajosamente a través de un mar de cuerpos vestido de negro con una bandeja de vasos usados. Él se veía comestible, como siempre, si te van los músculos delgados, la piel como miel sobre crema y el pelo negro que pasa rozando su cintura cuando él no lo mantiene retirado. Su cara debería parecer demasiado dura para ser apuesto, todo pómulos altos y ángulos fuertes, pero la delicadeza de algunos rasgos lo compensa. Su pelo estaba fuera de su cara en una gruesa trenza, un signo seguro que él estaba trabajando, ya que lo prefiere suelto, pero unos pocos trozos habían quedado libres y se ondula en torno a su cabeza en finas hebras. Mike había escogido la vestimenta: Una camisa de seda negra tejida en un diseño de telaraña que revelaba más que cubría, vaqueros negros lisos que se le ajustan como una segunda piel y botas de cuero negras que subían hasta la mitad de sus muslos. Él parecía que debía estar de anfitrión en un club de striptease en lugar de servir mesas, pero el exótico, “se derrite en tu boca” atracción sexual pulsa un montón de botones a los Góticos. Yo no lo encontré exactamente con fuerza en los ojos, tampoco.
Mike había decidido hace aproximadamente un año que Atlanta tenía bastante bares de músicas country, así es que él volvió el tugurio para beber en familia en un refugio progresivo en el piso superior y un sueño gótico en el sótano. Algunos lugareños se habían quejado, pero la gente más joven lo amaba. Tomas parecía que había sido diseñado para el lugar directamente junto con la decoración, y él aportaba muchísimo negocio, pero me preocupaba que pasara la mitad de todas las noches esquivando proposiciones. Al menos, yo asumía que las esquivaba, pues él nunca trajo a nadie de regreso al apartamento. Pero algunas veces me preguntaba, dado sus antecedentes, si consiguiéndole ese trabajo en concreto no había sido una de mis decisiones más estúpidas.
Tomas se veía bastante mejor que cuando le vi la primera vez, frecuentando el albergue local con el tipo de ojos muertos con los que estaba familiarizada de mis días callejeros. Lisa Porter, la gerente y que auto designa mamá gallina del lugar, nos presentó cuando hice una visita para una de mis erráticas sesiones de voluntaria. Logramos hablar mientras ordenábamos las ropas donadas más recientes en pilas de apto, necesita arreglo y bien sólo para harapos de limpieza. Dice algo acerca de la personalidad de Tomas que le mencionara a Mike esa misma noche, y que él fuera contratado después de una breve entrevista al día siguiente. Mike dijo que él era el contrato más inteligente que jamás había hecho… nunca enfermo, nunca se quejaba y se pareció a un sueño. Yo no estaba tan segura acerca de esa última parte: La apariencia era bien espectacular, pero personalmente pensaba que él necesitaba que una espinilla o una cicatriz, alguna marca en toda esa pálida piel dorada para hacerle parecer más real. Él se asemejaba a los no muertos más que la mayoría de vampiros que conocía, y ellos poseían involuntaria elegancia y tranquila seguridad además. Pero él estaba vivo, y mientras yo consiguiera mantener mi maldito interés personal seriamente lejos de él, él probablemente permanecería de ese modo.
– ¿Tomas, tienes un minuto?
No pensé que me oyera sobre la música, que el DJ conservaba dolorosamente fuerte, pero él asintió con la cabeza. No se suponía que yo estuviera allí todavía, así es que él sabía que algo pasaba. Nos abrimos camino a la fuerza a través de la multitud, lo cual me ganó una maliciosa mirada de una mujer con rastas púrpuras y carmín negro por escabullirme con la atracción principal. O tal vez era mi camiseta con la cara feliz y los pendientes lo que a ella no le gustó. Por lo general hice usaba el estilo Gótico, o tan cerca como podía llegar sin parecer realmente horrible —a las mujeres de cabello rubio rojizo no le sienta bien el negro— pero eso era cuando yo estaba trabajando. Averigüé bastante temprano que nadie toma en serio a una adivina si ella se muestra en tonos pastel. Pero en mis días de descanso me reservaba el derecho para no parecer que iba a un entierro. Mi vida es bastante deprimente sin ayuda.
Nos zambullimos detrás de la barra hasta la trastienda. Estaba más tranquilo allí, lo cual significaba que podríamos oírnos el uno al otro si nos quedábamos de pie cerca y gritábamos, pero el ruido era menos un problema que investigar la cara de Tomas y descifrar qué decir. Como yo, él había estado en la calle tempranamente. A diferencia de mí, no había tenido nada que intercambiar excepto a sí mismo. No me gustó la mirada que entró en sus ojos cuando indagué acerca de su pasado, así es que normalmente lo evitaba, pero debió de ser una variación en el tema habitual. La mayoría de los niños de la calle tienen la misma historia que contar, girando en torno a ser usado, abusado y arrojado a la calle con la basura. Yo había pensado que le estaba haciendo un favor, dejándole quedarse en mi cuarto de invitados y consiguiéndole un trabajo real para variar, pero una parte de la furia de Tony era un precio elevado a pagar por seis meses de estabilidad.
Nuestra relación no era lo bastante cercana como para ayudarme a entender cómo mantener a Tomas seguro sin parecer que lo estaba abandonando. Parte del problema era que a ninguno de los dos le gustaba abrirse, y no ayudaba que hubiéramos tenido un comienzo escabroso. Salí del baño la noche que él se instaló para encontrarle holgazaneando desnudo en mi cama, su pelo se desparramaba como una mancha de tinta contra mis sábanas blancas. Había permanecido de pie allí, aferrando mi toalla Winnie the Pooh y mirándole boquiabierta, mientras él se desperezaba como un gran gato en mi colcha de plumas, todo músculos lustrosos y gracia felina. Él no estaba cohibido en absoluto y yo podía ver por qué; él definitivamente no se parecía a un niño callejero desnutrido. No había preguntado nunca su edad, pero había asumido que era menor que yo. Lo que le hacía mucho más joven por tener esa particular mirada en sus ojos.
No había podido evitar seguir el camino de una mano con largos dedos mientras él trazaba una línea abajo del lado de su cuerpo desde los pezones hasta la ingle. Fue una invitación obvia, y me llevó un segundo dejar de babear y darme cuenta de lo que pasaba. Finalmente me imaginé que él pensaba que se suponía que pagaría su cuarto en lo que él consideraba la forma habitual. En las calles, no hay nada gratis, así es que cuando me rehusé a aceptar dinero, él asumió que yo quería retribución de otro tipo. Debería haber tratado de explicarle, decirle que mi vida entera se había concentrado en ser usada y que sin duda alguna no iba a hacérselo a alguien más. Puede que si lo hubiera hecho, habríamos comenzado a hablar y habríamos aclarado unas pocas cosas. Por desgracia, lo que hice en lugar de eso fue enloquecerme y echarle fuera del dormitorio, junto con la manta que yo rápidamente había tirado sobre él. No sé lo que él pensó de todo eso, puesto que nunca discutimos sobre esa noche. Con el tiempo caímos en una rutina más o menos relajada, dividiendo las tareas domésticas, cocinando y yendo de compras como dos compañeros cualesquiera de cuarto, pero ambos guardamos nuestros secretos. Le pillaba observándome con una expresión extraña algunas veces, y creí que él estaba esperando que le abandonara como todos los demás. Yo realmente odié estar a punto de hacer exactamente eso.
– ¿Tú llegaste tempranero? –Él tocó mi mejilla y yo di un paso atrás, queriendo estar más allá de esos ojos confiados. No había ningún modo de escapar de lo que tenía que hacer, pero no tenía ganas de ver su cara cerrarse, y observar como cualquier fe que él hubiera recobrado en las personas se desvanecía por mí.
–No. –alterné la colocación de mis pies y traté de pensar cómo hacer que esto no sonara como un rechazo. No era su culpa que mi vida estuviera cayendo en espiral por el retrete. Otra vez–. Tengo que decirte algo importante, y tú necesitas oír y hacer lo que te pido, ¿de acuerdo?
–Te vas –No sé cómo lo supo. Tal vez yo tenía esa mirada. Él probablemente la había visto antes.
–No tengo opción. –Por mutuo acuerdo, nos movimos de la puerta trasera hasta la superficie pavimentada rodeando las escaleras hacia el nivel de la calle. No mucho más de una vista, pero al menos era más tranquilo. El aire olía a lluvia, pero el chaparrón que había estado fortaleciéndose toda la tarde se demoraba. Si me apresuraba, entonces tal vez podría llegar a la estación de autobuses antes de empaparme–. ¿Tú sabes cómo te dije que tenía algunas malas cosas hace poco tiempo?
–Sí, pero no hay nada por lo que preocuparse ahora. Estoy aquí –Él sonrió, y no me gustó la mirada en sus ojos. No lo quería cariñoso, no quería que me extrañara. Diablos, esto no iba bien. Decidí dejar de intentar ser sutil; no era mi punto fuerte.
–Hay algunas cosas serias que van a ocurrir pronto, y tengo que haberme ido antes de que se arme la de San Quintín. –Eso no era mucho como explicación, ¿pero cómo le dices a alguien que el gángster vampiro que te crió y al que trataste de destruir con todas tus fuerzas ha puesto precio a tu cabeza? No había forma que Tomas pudiera entender el mundo del que yo vengo, no si tuviera todo el tiempo en el mundo para explicar–. Puedes disponer de las cosas en el apartamento, pero lleva mis ropas al refugio. Lisa les sacará partido. –Tuve una punzada momentánea por mi armario cuidadosamente reunido, pero no puedo ser evitada.
–Cass…
–Hablaré con Mike antes de que me vaya. Estoy segura que él te dejará un lugar para dormir aquí durante una semana o dos, en caso de que alguien se deje caer por el apartamento buscándome. Probablemente no sería bueno que regresaras allí durante un tiempo. –Había un apartamento estudio sobrante en lo alto del edificio de la época cuando los dueños algunas veces vivían sobre sus negocios. Mike lo había usado bastante recientemente, así es que debería estar en una condición aceptable. Y definitivamente me sentiría mejor sabiendo que Tomas se quedaba allí. No me gustaba la idea de un montón de vampiros enfurecidos apareciendo de improviso en nuestra casa buscándome y encontrándole en cambio.
–Cassie. –Tomas tomó mi mano cautelosamente, como si temiera que la pudiera quitar de un tirón. Él pensaba que yo estaba tensa acerca de ser tocada desde ese malentendido inicial. Nunca le había corregido porque no quería dar la impresión equivocada y, francamente, era más fácil guardar la compostura si yo mantenía un poco de distancia entre nosotros. Él no necesitaba ser golpeado en la casa así como también en el trabajo–. Voy contigo. –Él lo dijo serenamente, como si fuera la cosa más lógica del mundo.
No quería lastimarle, pero no podía permanecer en pie allí y discutir el asunto con un asesino tras mí.
–Tú no puedes. Lo siento, pero dos personas son más fáciles de encontrar que una, y además, si soy atrapada… – me detuve porque no podía pensar cómo decirle qué tan malo sería y no sonar como una loca de atar. Por supuesto, él probablemente había visto bastantes cosas extrañas en las calles para hacerle más liberal que los policías, quiénes trataban a cualquiera que comenzaba a hablar de vampiros como un drogado o un psicópata. Pero aun si pudiera imaginarme una forma para decirle, no había tiempo.
–Lo siento; tengo que irme –Así no era cómo quería despedirme. Había muchas cosas que no le había dicho a Tomas porque estaba asustada de sonar como si le hiciera insinuaciones amorosas. Y ahora, cuando podría decir lo que sea que quisiera, tenía que irme.
Comencé a apartarme, pero él se agarró de mi mano y su agarre fue sorprendentemente fuerte. Antes de que pudiera insistir en que él me dejara ir, tuve una sensación muy familiar, completamente importuna avanzando lentamente sobre mí. El bochornoso aire nocturno fue repentinamente reemplazado por algo más frío, más oscuro y mucho menos amistoso. No sé lo que sienten los no sensitivos alrededor de los vampiros, pero toda mi vida he podido decir cuando ellos están cerca. Es como cuando dicen que alguien camina sobre su tumba… el tipo de un temblor abajo la columna vertebral combinado con un sentimiento de algo estando mal. Nunca me siento de esa forma alrededor de los fantasmas como las normas algunas veces hacen, pero me golpea con los vampiros todo el tiempo. Alcé la vista para ver una forma oscura silueteada contra el resplandor de las farolas por un instante, antes de que se perdiera en medio de la noche y se fuese.
– ¡Maldición! –Saqué mi pistola y empujé hacia atrás a Tomas dentro de la despensa. No que eso ayudase mucho; si Tony había enviado vampiros tras mí, entonces necesitamos más protección de la que una sencilla puerta podía dar. Había visto a Tony desgarrar una tabla sólida de roble fuera de sus goznes en un movimiento de sus manos delicadas, cubiertas de anillos, justamente porque no podía encontrar su llave y estaba de un humor.
– ¿Qué es eso?
–Alguien que no quiero ver. –Miré a Tomas y conseguí una visión de su cara con sangre y su mirada serena vacía con la muerte. No fue una Percepción, simplemente mi cerebro ocurriéndosele el peor escenario usual, pero fue suficiente para ayudarme a fijar las prioridades. Los vampiros no entrarían y matarían a la mitad del club buscándome. Tony estaba demasiado asustado del Senado para aprobar el magnicidio, pero él no se lo pensaría dos veces acerca de eliminar a algún chiquillo callejero que se metía en medio. Era la misma actitud que había mostrado cuando me dejó huérfana a los cuatro años para asegurarse por sí mismo el control completo sobre mis habilidades. Mis padres fueron un obstáculo para su ambición, así es que fueron eliminados. Simple. Y el Senado no estaba probablemente para preocuparse acerca de algo que podría ser aprobado como vieja actividad regular de la pandilla. La prioridad número uno, entonces, era tener a Tomas fuera de la línea de tiro–. Tengo que irme de aquí o pondré en peligro a todo el mundo. Pero ahora podrían venir detrás de ti pues nos vieron hablando. Pensarán que tú sabes a dónde voy.
Le arrastré hacia atrás a través de la despensa, tratando de pensar. Había sido una tonta por venir aquí, por dejarles ver a Tomas y a mí juntos. A pesar de ser dicho de otra manera regularmente, la mitad de la gente en el club suponía que él era mi amante. Si los secuaces de Tony comenzaban a indagar acerca de él y alguien les soltara eso, entonces le torturarían hasta la muerte tratando de encontrarme. Debería haber tenido mejor criterio que involucrarme, incluso platónicamente, con alguien. Yo era como algún tipo de veneno… ponte en cualquier parte cerca de mí, y tú tienes suerte si solamente mueres. De algún modo, tenía que alejar a Tomas así como también a mí misma y, como yo, él nunca podría esperar regresar. Una parte de la vida que le había ayudado a construir.
Había también el problema que el vampiro nos había dejado ir. Los había visto parecer que se deshacían en el viento, podrían moverse tan rápidamente. Él había tenido tiempo de sobra en esos pocos segundos para golpear, veloz como una serpiente, o para dispararme desde una distancia bonita, segura. Los vampiros realmente no necesitaban armas contra los mortales, pero el Senado prefería golpes que parecieran tan naturales como fuese posible, de tal manera que la mayor parte de los chicos de Tony las llevaban. Él podría haber supuesto que yo estaba armada, también, pero dudé que él temiera mi pistola aun si él no sabía qué tan mala era disparando. Lo mejor que podría esperar era retardarle. No, yo estaba viva porque quienquiera que estaba allí fuera había recibido órdenes para jugar limpio. La necro había dicho 8:43, y 8:43 que sería. Podría oír a Tony diciendo a la familia que él había organizado una última pequeña Percepción para su profeta, y esta vez, ella incluso no tuvo que hacer el trabajo por sí misma. Me pregunté si pensaban matarme aquí y trasladarme por Peachtree, o si simplemente abrumarían mi mente y me harían caminar allí como las proverbiales ovejas de la matanza. No era realmente entusiasta de uno u otro plan.
Lamí repentinamente mis labios secos.
–Bien, aquí. Ponte esto y alcanza tu abrigo. Recógete el pelo. –Mike había dejado una de sus muchas gorras de béisbol en un estante del almacén y yo la agarré, pero no había forma que todo ese pelo cupiera debajo de ella–. Necesitamos encontrar a alguien que tenga un abrigo con una capucha que tú puedes pedir prestada. Eres demasiado fácil de identificar. –Tal vez un de los góticos nos prestaría una capa. Si podría hacer a Tomas verse lo suficientemente diferente, entonces él podría ser capaz de escabullirse mientras los vampiros se concentraban en mí.
–Cassie, escucha. Hay… –nunca averigüé lo que había estado a punto de decir Tomas, porque la puerta por la que justamente habíamos entrado golpeó ruidosamente abriéndose como si el cerrojo no estuviese incluso allí, y cinco enormes vampiros se precipitaron en el cuarto. Parecían como un montón de defensas que se habían asociado a una banda grunge… todo músculo protuberantes y pelo hasta los hombros, grasiento.
Por un momento congelado, todos clavamos los ojos los unos en los otros. El tamaño es más o menos irrelevante cuando eres un no muerto, pero a Tony le gustaban grandes, especulo por el factor de la intimidación. Surtía efecto… estaba intimidada. El hecho que no se molestaran en esconder sus caras reales bajo las máscaras educadas no ayudaba. Yo sabía como se ve un vampiro cuándo caza —lo había presenciado bastantes veces— pero eso eran todavía las cosas de las pesadillas. Estaba a tiempo de preguntarme si viviría el tiempo suficiente como para necesitar preocuparme por las pesadillas antes de que ellos se desplazaran en un borrón de movimiento. Obtuve un disparó en el área general de su corazón, pero no le detuvo. No había pensado que lo haría. No que importase: No había planeado superar a cinco vampiros asesinos, y de ninguna forma podía tratar con esas probabilidades. Tony debía estar aun más enojado de lo que yo había pensado.
Primer libro de la serie Cassie Palmer.
Cassandra Palmer puede ver el futuro y comunicarse con los espíritus, dones que la hacen atractiva para los muertos y no-muertos. Los fantasmas de los muertos no son generalmente peligrosos; tan sólo quieren hablar... mucho. Los no-muertos son otra historia.
Como chica sensata que es, Cassie intenta evitar a los vampiros. Pero cuando el mafioso chupasangre del que escapó tres años atrás la busca de nuevo con intención de vengarse, no le queda más remedio que acudir al Senado en busca de protección. Los senadores no-muertos no van a ayudarla bajo ningún concepto y Cassie se ve trabajando con uno de sus miembros más poderosos, un maestro vampiro, peligrosamente seductor, que exige un precio mucho mayor de lo que Cassie está dispuesta a pagar...
Capítulo 1
Supe que estaba en problemas tan pronto como vi la necrología. El hecho que tuviera mi nombre en ella fue en cierto modo una pista. Lo que no sabía era cómo me habían encontrado, y era quién el tipo con sentido del humor. Antonio nunca ha sido gran cosa para la comedia. Nunca he entendido si esto tiene algo que ver con estar muerto, o si él siempre ha sido un hijo de puta taciturno.
La necro estaba en la pantalla de mi PC de la oficina en lugar del logotipo usual de la agencia de viajes. Se parecía a la parte de una página de periódico que había sido escaneada y luego colocada como fondo de escritorio de la computadora, y no había estado allí cuando yo había ido por una ensalada media hora antes. Si no hubiera estado tan alucinada, habría estado impresionada. No sabía que ninguno de los imbélices de Tony supiera lo que era una computadora.
Revolví dentro de un archivador por mi pistola mientras leía la descripción del bromista de mi horripilante muerte más tarde esta noche. Tenía una pistola mejor en mi apartamento, junto con unas otras pocas sorpresas, pero regresar probablemente no fuera mi mejor movimiento. Y a menos que esperase suficiente problema para correr el riesgo de llevar una oculta, la única cosa que guardaba en mi bolso era un pequeño frasco de spray defensor para potenciales asaltantes. Después de más de tres años de relativa seguridad, había comenzado a cuestionar la necesidad de hasta eso. Me había vuelto descuidada y sólo podría esperar que no estuviese a punto de matarme.
Bajo mi nombre había una larga descripción de un párrafo de un desafortunado incidente que me involucraba, un tirador desconocido y dos balas a través de la cabeza. El artículo tenía fecha de mañana, pero el tiro debía ocurrir a las 8:43 esta noche en la Calle Peachtree. Eché una mirada a mi reloj; faltaban veinte minutos para las ocho, así es que me había dado una ventaja de una hora. Eso parecía demasiado generoso para Tony. Mi mejor suposición de por qué no estaba ya muerta era que matarme en el acto es muy fácil para un tipo que hacía liquidar personas todo el tiempo. En mi caso, él quería algo especial.
Finalmente encontré mi Smith & Wesson 3913 bajo un folleto para un crucero a Rio. Me pregunté si era una señal. No hay ningún modo de que pueda tener la cantidad de dinero en efectivo para salir del país, sin embargo, y una rubia mofletuda, de ojos azules podría parecer un poco obvio al lado de todas esas señoritas de ojos endrinos. Además, no sabía si Tony tenía colegas en Brasil, pero lo creo capaz. Cuando tú has estado por ahí el tiempo suficiente para recordar a Michelangelo bebiendo bajo la mesa, haces unos pocos contactos.
Saqué un paquete de chicle del compartimiento de la pistola en mi bolso y empujé la Smith & Wesson dentro. Se ajusta como si hubiera sido hecha para ella, lo cuál era. Había comprado la pistola, mi primera, y tres bolsos casi cuatro años atrás por recomendación de un federal llamado Jerry Sydell. Como un gran número de personas, él había pensado que yo era un caso de locura, pero ya que había ayudado a inhabilitar a una de las familias más grandes del crimen en Philly, él estaba dispuesto a darme algún consejo gratis. Él me ayudó a escoger la pistola semiautomática 9-mm, la cual combinaba una agarradera bastante pequeña para mis manos con el poder para desalentar a cualquier cosa sobre dos piernas.
–Excepto los fantasmas y los ghoulies –él había dicho con una sonrisa abierta–. Tú actúas sin ayuda de nadie con ellos.–Él también me había llevado a un campo de tiro para practicar todos los días durante dos semanas, y llegue al punto que, aun si todavía no podía golpear el lado de un granero, no lo erraba por mucho. Había continuado las sesiones de práctica cada vez que me las podía permitir, conque ahora definitivamente podría golpear un granero… si era uno grande y yo estaba de pie aproximadamente a tres metros. En secreto esperaba que nunca tuviese que disparar a nada aparte de un blanco. No era mi culpa que no funcionase de ese modo.
Pienso que a Jerry en cierto modo yo le gustaba —le recordaba a su niña mayor— y él quería verme ir por el camino recto. Él pensó que había trabado amistad con la gente equivocada cuando era demasiado joven para tener mejor criterio, lo cual era más cierto de lo que él suponía, luego se dio cuenta y decidió darle las pruebas al Estado. Como él explicaba el hecho que una huérfana de veinte años supiera todo acerca de los funcionamientos interiores de una de las principales familia del crimen nunca lo sabré, pero seguro que no tenía fe en “esa majadería de la brujería”, como él la llamaba. Jerry no creía en lo sobrenatural… de ningún tipo. Dado que no quería que él me encerrara en una pequeña celda con paredes acolchadas en alguna parte, no mencioné mis visiones, o cuán cerca él había estado con el comentario de los fantasmas y los ghoulies.
Siempre he sido una especie de imán para los fantasmas. Tal vez es parte de la cosa entera de la clarividencia; no sé. Tony tenía siempre cuidado sobre lo que él me dejaba estudiar —pienso que él temía que yo me imaginaría alguna forma de usar mis habilidades contra él si sabía más de la cuenta— así es que no soy muy conocedora de mi talento. Por supuesto, podría ser que mi atracción al mundo espiritual sea simplemente porque los puedo ver: Debe ser una experiencia desalentadora, aparecerse a alguien que incluso no sabe que tú estás allí. No es que se me aparezcan, exactamente, pero a ellos les gusta mostrase cuando estoy por ahí.
Algunas veces eso no es una mala cosa, como con la anciana que me encontré en un callejón junto a un fugitivo menor de edad. Tiendo a ver a los fantasmas como sólidos la mayor parte del tiempo, especialmente si son nuevos y poderosos, entonces me llevó un rato darme cuenta de lo que ella era. Ella estaba allí para actuar como alguna suerte de ángel de la guarda sobre su nieto, a quien había ayudado a criar. Ella murió cuando él tenía diez años, y el novio de su hija comenzó golpearle tan pronto como él fue a vivir con ellos. El niño se escapó en menos de un mes. Ella me dijo que no había pasado una década velando por él para abandonarle ahora, y estaba segura que a Dios no le importaría esperarla por un ratito. Por su petición, le di suficiente dinero para subir a un autobús hasta la casa de su hermana en San Diego antes de seguir adelante. Naturalmente, no mencioné ese tipo de cosa a Jerry. Él no creía en nada que no pudiera ver, tocar o meter una bala, la clase de temas limitativos para la conversación. Huelga decir, que además no creía en vampiros, al menos no hasta que un par de tipos de Tony le alcanzaron una noche y desgarraron su garganta.
Supe lo que estaba a punto de sucederle a Jerry porque vi sus últimos segundos mientras entraba en la bañera. Como siempre, obtuve un vívido, a todo color, cercano y personal billete para la carnicería, que casi me hizo resbalarme y fracturarme el cuello en el piso resbaladizo del cuarto de baño. Después de que dejé de temblar lo suficiente como para mantener un teléfono, llamé al número de emergencia del Programa de Protección de Testigos, pero la agente que contestó se puso desconfiado cuando no le dije cómo sabía lo que estaba a punto de suceder. Ella dijo que recibiría el mensaje para Jerry pero no sonó demasiado entusiasmada de perturbar su fin de semana. Así es que telefoneé al líder de los matones de Tony —un vampiro llamado Alphonse— y le recordé que a él le correspondía enterarse donde el gobierno me había escondido, sin arriesgarse a enojar al Senado matando a humanos que no sabían nada. Jerry era inútil para ellos porque su información estaba a punto de ser noticias viejas.
Nunca había tenido mucho éxito en alterar los resultados de mis visiones, pero esperaba que el uso del nombre del Senado fuese hacer a Alphonse pensárselo dos veces. El Senado es un grupo de vampiros realmente viejos que aprueban las leyes que los menos poderosos tienen que obedecer. Mientras ellos no piensan más en los humanos de lo que Tony lo hace, les gusta la libertad de ser sólo un mito y se toman muchas molestias para no atraer atención fatal. Matar a los agentes del FBI es el tipo de cosa que tiende a enojarlos. Pero todo lo que Alphonse hizo fue darme la evasiva acostumbrada mientras sus chicos rastreaban la llamada. Al final, lo único que pude hacer fue asegurarme que cuando alguien llegase a mi puerta, yo estuviera ya en un autobús fuera de la ciudad. Creí que dado que el gobierno aun no reconoce que los vampiros existen, sus oportunidades de mantenerme a salvo de ellos no eran demasiado buenas.
Pensé que mis probabilidades eran mejores sola, y durante más de tres años había tenido razón. Hasta ahora.
No me molesté en coger nada de la oficina excepto la pistola: Una cosa acerca de correr por tu vida… eso realmente limita tus prioridades. No que mi 9 mm haría mucho a un vampiro, pero Tony a menudo empleaba secuaces humanos para las correrías menores. Realmente esperaba que él no hubiera pensado que vale la pena hacer por mí venir un auténtico profesional. No estaba muy entusiasmada acerca de la idea de aceptar algunas balas en el cerebro, pero me gustaba aun menos la perspectiva de terminar como una de sus adquisiciones permanentes. Él nunca me había dejado ser convertida porque él había tenido un psíquico una vez quién se convirtió en un vampiro y su percepción extrasensorial fue completamente cegada después, y él pensaba que mi regalo era demasiado útil para arriesgarse. Ahora me preocupaba que él corriese el riesgo. Si yo perdía mi talento después del cambio, entonces él podría estacarme y conseguir retribución por algo del infierno que yo le había provocado. De lo contrario, él tendría una inmortal experta con lealtad garantizada, puesto que es realmente difícil contravenir los deseos del vampiro que te hizo. Era una situación beneficiosa para ambas partes desde su perspectiva, asumiendo que él viese más allá de su furia lo suficiente como para sacar en claro eso. Comprobé la pistola y me aseguré que tenía un cargador lleno. Si me cogían, no iba a sucumbir sin pelear, y en el peor de los casos, me comería la última bala antes de llamar a ese bastardo maestro.
A diferencia de la última vez, había algo que tenía que hacer antes de coger un paseo hacia otra vida nueva. Salí inadvertida de la agencia con la mayor brevedad posible, por si acaso los chicos de Tony decidían eludir un poco la fecha tope, y evitar la puerta principal retorciendo a través de la ventana del cuarto de baño. Siempre parece tan fácil cuando las personas hacen eso en la tele. Terminé con un muslo raspado, las medias rotas y un labio mordido de tratar de no maldecir. Finalmente lo manejé, bajé corriendo por una sucia calle lateral hasta un aparcamiento y corté a través de Waffle House. El viaje fue corto pero angustioso. Los callejones familiares repentinamente parecieron escondites perfectos para los secuaces de Tony, y cada ruido sonaba como el gatillo de una pistola siendo cargado.
El Waffle House tenía brillantes luces halógenas en el aparcamiento, haciéndome sentirme terriblemente expuesta mientras lo cruzaba. Misericordiosamente, la fila de teléfonos estaba en sombra cerca de un lado del edificio. Me estacioné delante del que operaba y extraje un poco de cambio de mi bolso, pero nadie recogió en el club. Deje el teléfono sonar veinte veces mientras mordía mi labio y me dije a mí misma que no significaba nada. Era Viernes noche… probablemente nadie podía oír un teléfono sobre el estrépito, o tenía tiempo para contestar si lo hacían.
Me llevó un rato logra llegar a pie, ya que trataba de permanecer fuera de la vista y evitar romperme un tobillo en mi nueva, botas de tacón alto, sobre la rodilla. Las había comprado porque hacían juego con la linda minifalda de cuero que dependienta me había convencido de comprar, y había pensado en impresionar a los del club después del trabajo, pero no estaban exactamente hechos para la velocidad. Se supone que soy una poderosa clarividente, ¿pero piensas tú que cualquier cosa estalló en mi cabeza más temprano acerca de quizás llevando zapatillas de tenis, o a menos zapatos sin tacón? Demonio, no. Lo mismo que nunca me gano la lotería. Todo lo que Veo es la clase de cosas de la cual las pesadillas y los serios problemas con la bebida son hechos.
Era una de esas calurosas noches de Georgia cuando el aire se siente como una pesada manta contra tu piel y la humedad está fuera de las gráficas. Una fina niebla se mostraba en la incandescencia de los postes del alumbrado, pero la mayor parte de la luz disponible venía de la luna brillando lejos de las calles con el pavimento mojado y volviendo plata los charcos. La noche había emblanquecido el color de los edificios en el centro, destiñéndolos a un suave gris que se entremezclaba con las sombras y escondía las cimas de los rascacielos. El distrito histórico parecía algo fuera del tiempo esa noche, especialmente cuando pasé la Casa de Margaret Mitchell hacia el oste de Peachtree. Pareció perfectamente natural cuando uno de los carruajes de caballos que atienden el turismo vino alrededor de la esquina… excepto que iba a pleno galope y casi me atropelló.
Tuve un segundo para ver las caras asustadas de los turistas los cuales estaban aferrándose como si les fuera la vida ello en el asiento trasero, antes de que el carruaje rebotase fuera de la acera y diera bandazos calle abajo fuera de la vista. Arrastré mi personalidad cubierta de barro fuera de la cuneta y miré encolerizadamente alrededor suspicazmente. La alegre risa a mis espaldas me aclaró cómo había sido persuadido ese viejo gordo caballo para intentar conseguir un nuevo récord de velocidad. Un rastro de niebla, casi indistinguible de la ligera lluvia, se movía errática y ligeramente. Lo agarré, metafísicamente hablando.
– ¡Portia! ¡Eso no fue gracioso!
La risa tintinó otra vez y una linda beldad sureña completa con miriñaques balanceándose se materializó delante de mí.
–Oh, sí, lo fue. ¿Viste sus caras? –El regocijo chispeó en los que una vez habían sido unos ojos más azules que los míos. Esta noche eran del color de las nubes agitándose arriba.
Pesqué en mi bolso por un klínex para limpiarme las botas.
–Pensé que tú no ibas a hacer eso más ya. ¿Si ahuyentas a los turistas, con quién jugarás? –No abundan los visitantes queriendo fingir que Atlanta, como Savannah o Charleston, tiene un gran distrito histórico para hacer viajes en coches de caballos que valgan la pena. Si Portia continuaba sus juegos, todo aquello que el encanto sureño que había logrado subsistir a la descontrolada expansión de la ciudad —que ofrecía atracciones tan consagradas para pasear como el World of Coca-Cola, el CNN Center y el Underground de Atlanta— estaba condenado.
Portia me hizo un puchero tan atractivo que ella debía de haberlo practicado delante de un espejo cuando estaba viva.
–No eres entretenida, Cassie.
Le dirigí una mirada descontenta mientras trataba de limpiar el cuero salpicado de barro, pero todo lo que conseguí fue mancharlo. Nunca antes me había preocupado por parecer elegante.
–Soy bastante divertida, pero no esta noche. –Había comenzado a llover, y las gotitas caían a través de Portia para salpicar en el hormigón. Odio eso; es como mirar una TV a través de demasiada interferencia–. Tú no has visto a Billy Joe, ¿verdad?
Le llamo Billy Joe a mi espíritu guardián, pero no es enteramente preciso. Él es más un dolor en el culo que ocasionalmente resulta ser útil, pero en ese mismísimo momento no me sentía muy selectiva. Billy es lo que permanece de un tahúr americano irlandés que no pudo perder la mano correcta de naipes en 1858. Un par de airados cowboys, quiénes correctamente asumieron que habían sido timados, le metieron en un saco y lo lanzaron al Mississippi. Afortunadamente para él, recientemente había aliviado a una condesa que estaba de visita de una fea, gran gargantilla que sirvió en cierto modo como una batería sobrenatural, recolectando la energía mágica del mundo natural y almacenándola hasta que le hizo falta. Cuando su espíritu dejó su cuerpo, se detuvo finalmente en la gargantilla, que frecuenta de la misma forma que a otros fantasmas lo hacían con cosas más convencionales, como las criptas. Le dio bastante poder para continuar existiendo, pero fueron mis donaciones ocasionales de energía viva que le hacía tan móvil como era. Había encontrado la gargantilla en una tienda de baratijas cuando tenía diecisiete años, y Billy y yo habíamos sido un equipo desde entonces. Por supuesto, él no podría llevar un mensaje al club por mí conque no tuviera que ir en persona, pero él podría hacer la función de centinela en caso de que algunos malos llegaran demasiado cerca. Asumiendo que le pudiera encontrar, eso era, algo que requería un poco de ayuda fantasmal.
Abundan los fantasmas en Atlanta, y la mayoría son comunes y corrientes, del tipo “vamos a aparecernos hasta que resolvamos nuestros asuntos o nos desvanezcamos”, como Billy Joe. Hay también unos pocos espíritus guardianes y una impresión síquica ocasional, estas últimas no son técnicamente fantasmas. Las impresiones son como un teatro sobrenatural que muestra la misma película repetidas veces hasta que tú quieres gritar. Puesto que usualmente es algo traumático, toparse con una no es divertido. Había pasado mi tiempo libre durante un par de meses después de instalarme aprendiéndome las calles en el área, y una de la cosa más importante que había estado buscando fueron zonas de impresión. Había encontrado aproximadamente cincuenta transacciones con el ardor de la ciudad durante la Guerra Civil, pero la mayoría eran demasiado débiles para causarme mucho más que una punzada de dolor. Pero había una grande entre mi apartamento y la agencia donde un esclavo una vez había sido destrozado por una jauría de perros. Comencé tomando el largo trecho alrededor después de fui atrapado en ella un día. Tengo un montón de recuerdos que desearía olvidar; no necesito las pesadillas de otras personas.
Algunas veces, pienso que ella es peor. Portia es una de esos fantasmas que reviven las partes trágicas de sus vidas repetidas veces, pero no como una película monótona. Rondan con una fijación, parecida a un humano obsesivo que quiere lavar sus manos cincuenta veces al día. Y son móviles, conque te pueden seguir por los años de y pueden hablar sin cesar acerca de lo que fuera que les moleste las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Rompí a Billy Joe a primera hora… él estaba molesto porque murió joven, pero puedo tratar tan sólo unos cuantos coros de “la vida que debería tener” antes de comenzar a ponerme de malhumor.
Desgraciadamente, había cogido a Portia de un humor parlanchín, y me tomó más de diez minutos darme cuenta de que —después de una detallada descripción de los botones de marfil que había cosido sobre su traje de novia nunca usado— ella no había visto a Billy Joe. Típico. Paso la mayor parte de mí tiempo deseando que él se largue, pero él nunca se pierde hasta que le necesito. Mi nivel de contrariedad debía de haberse mostrado en mi cara, porque Portia se detuvo en medio de la historia acerca de una fiesta donde dos oficiales se habían batido por el último lugar en su tarjeta de baile. Era uno de sus favoritos y a ella no le complació ver claramente mi atención vagando.
–No estás escuchando, Cassie. ¿Pasa algo? –Un chasquido enojado de su pequeño abanico ribeteado de encaje decía que debía tener una malditamente buena razón para no hacerlo.
–Tony me ha encontrado, y necesito salir de la ciudad. Pero tengo que pasar por el club primero, y necesito un centinela.
Supe tan pronto como lo dije que debería haber mantenido la boca cerrada. Los ojos de Portia se hicieron aun más grandes, y ella golpeó ruidosamente sus delicadas manos enguantadas conjuntamente con gran deleite.
– ¡Oh, qué divertido! ¡Ayudaré!
–Um, eso es realmente generoso de tu parte, Portia, pero no pienso… quiero decir, hay muchas rutas en el club, y tú no podrías cubrirlas todas –Pero Portia metió un familiar, acerado destello en sus ojos y yo inmediatamente me aplaqué. La mayoría de las veces ella era un dulce de azúcar, pero contraríala y las cosas podrían ponérsete malas rápidamente.
–Encontraré ayuda –ella prometió–. ¡Será como una fiesta! –Ella desapareció en un remolino de enaguas, y suspiré. Algunas de las amistades de Portia eran aun más molestas que ella, pero cualquier centinela era mejor que ninguno. Y no tenía que preocuparme de que los chicos de Tony lo notaran. Aunque él hubiera enviado vampiros, no verían nada.
Tan extraño como suena, un gran número de personas en la comunidad sobrenatural no cree en fantasmas. Oh, algunos estarán de acuerdo que hay ocasionales espíritus preocupados que andan rondando por su tumba durante un rato antes de aceptar lo inevitable, pero pocos aceptarían si les dijera justamente cuántos espíritus se quedan después de la muerte, cuántos tipos diferentes hay, y cuán activos algunos de ellos pueden ser. Los espíritus como Portia y Billy Joe son, para la comunidad sobrenatural, como los vampiros para los humanos…viejas historias y leyendas que son desechadas sin prueba. ¿Qué te puedo decir? Es un mundo extraño.
Llegué al club unos minutos más tarde, sin aliento y con los empeines doloridos, pero intacta. Hacer acto de presencia era, claro está, una idea realmente mala. Aun si nadie me había seguido, una docena de personas en la agencia y mi edificio de apartamentos sabían que trabajaba allí media jornada. Estaba también sólo a una manzana de Peachtree, lo cual no era una coincidencia que me gustase. Si terminó por matarme, pienso regresar y aparecerme a Tony. Pero no podía marcharme sin advertir a mi compañero de cuarto y hacer algún tipo de arreglo para él. Tenía bastante culpa sin añadir otra vida enredada a mi suma total.
El club, con su alto techo de junturas de acero expuestas, las paredes de hormigón cubiertas de graffiti y la enorme pista de baile, era más grande que la mayoría, pero esta noche, había suficientes figuras girando bajo las luces colgantes de la discoteca para hacerlo casi claustrofóbico. Estaba agradecida por el apretujón, puesto que hacía menos probable que alguien me advirtiera. Me introduje en el camino trasero y no encontré ningún problema… al menos, no de la variedad pistola ondeante, homicida.
Uno de los camareros había llamado para excusarse por enfermedad, conque estaban faltos de personal, y Mike trató de pedirme que lo sustituyera tan pronto como me vio. Normalmente no me habría importado, pues mi trabajo habitual como una de sus innovadoras funciones no proporcionaba muchas propinas. Leo el tarot tres noches a la semana, aunque nunca me han gustado las cartas. Las uso porque se espera, pero no necesito mirar de reojo en arcaicas imágenes para conocer qué está a punto de suceder. Mis visiones vienen en technicolor y encierran sonido, y son bastantes más completas. Pero la mayoría de la gente habría preferido una lectura estándar que lo que yo emitía. Como dije, soy mejor Viendo las malas cosas. Esta noche, sin embargo, rechacé la oportunidad de hacer unos pocos dólares. No pensaba que trabajar como camarera fuese la forma que quería pasar mi última hora.
– ¿Qué dices? –Mike me gritó alegremente, imitando a Tom Cruise con las botellas de licor para el ruidoso reconocimiento del gentío.
Suspiré y busqué a fondo en mi bolso. Mis dedos se apretaron alrededor de la grasienta cubierta del tarot que había sido un regalo de mi décimo cumpleaños de mi vieja institutriz, Eugenie. Ella había puesto un sortilegio en las cartas para alguna bruja con un sentido del humor, y yo la mantuve conmigo porque era bueno para entretener a los clientes. Pero las predicciones —que actuaban como un tipo de anillo de humor del kármico— tenían la extraña costumbre de ser bien precisas. La sostuve en alto y una tarjeta salió de improviso. No era una que quisiera ver.
–La Torre –una voz resonante comenzó, antes de que la empujase de regreso dentro de la baraja y profundamente en mi bolso.
– ¿Está bien?–Mike preguntó, antes de distraerse por el escote de una bonita rubia. Solamente asentí con la cabeza y me fui deprisa, perdiéndome en la muchedumbre antes de que él pudiera oír algo más. La voz fue sólo un graznido amortiguado desde mi bolso superpoblado, pero yo no necesitaba oírlo para saber lo que dijo. La Torre significa un cambio enorme, catastrófico, el tipo que deja una vida completamente alterada. Traté de decirme a mí misma que podía haber sido peor —podía haber sido la Muerte— pero no era mucho consuelo. La Torre es probablemente la carta más temida dentro de la baraja. La Muerte puede tener muchos significados, más no la literal, pero la Torre siempre indica problemas para cualquiera que quiere una vida pacífica. Suspiré… ¿Qué más había de nuevo?
Finalmente localicé a Tomas en la Mazmorra —el apodo que Mike le había dado al sótano— pasando trabajosamente a través de un mar de cuerpos vestido de negro con una bandeja de vasos usados. Él se veía comestible, como siempre, si te van los músculos delgados, la piel como miel sobre crema y el pelo negro que pasa rozando su cintura cuando él no lo mantiene retirado. Su cara debería parecer demasiado dura para ser apuesto, todo pómulos altos y ángulos fuertes, pero la delicadeza de algunos rasgos lo compensa. Su pelo estaba fuera de su cara en una gruesa trenza, un signo seguro que él estaba trabajando, ya que lo prefiere suelto, pero unos pocos trozos habían quedado libres y se ondula en torno a su cabeza en finas hebras. Mike había escogido la vestimenta: Una camisa de seda negra tejida en un diseño de telaraña que revelaba más que cubría, vaqueros negros lisos que se le ajustan como una segunda piel y botas de cuero negras que subían hasta la mitad de sus muslos. Él parecía que debía estar de anfitrión en un club de striptease en lugar de servir mesas, pero el exótico, “se derrite en tu boca” atracción sexual pulsa un montón de botones a los Góticos. Yo no lo encontré exactamente con fuerza en los ojos, tampoco.
Mike había decidido hace aproximadamente un año que Atlanta tenía bastante bares de músicas country, así es que él volvió el tugurio para beber en familia en un refugio progresivo en el piso superior y un sueño gótico en el sótano. Algunos lugareños se habían quejado, pero la gente más joven lo amaba. Tomas parecía que había sido diseñado para el lugar directamente junto con la decoración, y él aportaba muchísimo negocio, pero me preocupaba que pasara la mitad de todas las noches esquivando proposiciones. Al menos, yo asumía que las esquivaba, pues él nunca trajo a nadie de regreso al apartamento. Pero algunas veces me preguntaba, dado sus antecedentes, si consiguiéndole ese trabajo en concreto no había sido una de mis decisiones más estúpidas.
Tomas se veía bastante mejor que cuando le vi la primera vez, frecuentando el albergue local con el tipo de ojos muertos con los que estaba familiarizada de mis días callejeros. Lisa Porter, la gerente y que auto designa mamá gallina del lugar, nos presentó cuando hice una visita para una de mis erráticas sesiones de voluntaria. Logramos hablar mientras ordenábamos las ropas donadas más recientes en pilas de apto, necesita arreglo y bien sólo para harapos de limpieza. Dice algo acerca de la personalidad de Tomas que le mencionara a Mike esa misma noche, y que él fuera contratado después de una breve entrevista al día siguiente. Mike dijo que él era el contrato más inteligente que jamás había hecho… nunca enfermo, nunca se quejaba y se pareció a un sueño. Yo no estaba tan segura acerca de esa última parte: La apariencia era bien espectacular, pero personalmente pensaba que él necesitaba que una espinilla o una cicatriz, alguna marca en toda esa pálida piel dorada para hacerle parecer más real. Él se asemejaba a los no muertos más que la mayoría de vampiros que conocía, y ellos poseían involuntaria elegancia y tranquila seguridad además. Pero él estaba vivo, y mientras yo consiguiera mantener mi maldito interés personal seriamente lejos de él, él probablemente permanecería de ese modo.
– ¿Tomas, tienes un minuto?
No pensé que me oyera sobre la música, que el DJ conservaba dolorosamente fuerte, pero él asintió con la cabeza. No se suponía que yo estuviera allí todavía, así es que él sabía que algo pasaba. Nos abrimos camino a la fuerza a través de la multitud, lo cual me ganó una maliciosa mirada de una mujer con rastas púrpuras y carmín negro por escabullirme con la atracción principal. O tal vez era mi camiseta con la cara feliz y los pendientes lo que a ella no le gustó. Por lo general hice usaba el estilo Gótico, o tan cerca como podía llegar sin parecer realmente horrible —a las mujeres de cabello rubio rojizo no le sienta bien el negro— pero eso era cuando yo estaba trabajando. Averigüé bastante temprano que nadie toma en serio a una adivina si ella se muestra en tonos pastel. Pero en mis días de descanso me reservaba el derecho para no parecer que iba a un entierro. Mi vida es bastante deprimente sin ayuda.
Nos zambullimos detrás de la barra hasta la trastienda. Estaba más tranquilo allí, lo cual significaba que podríamos oírnos el uno al otro si nos quedábamos de pie cerca y gritábamos, pero el ruido era menos un problema que investigar la cara de Tomas y descifrar qué decir. Como yo, él había estado en la calle tempranamente. A diferencia de mí, no había tenido nada que intercambiar excepto a sí mismo. No me gustó la mirada que entró en sus ojos cuando indagué acerca de su pasado, así es que normalmente lo evitaba, pero debió de ser una variación en el tema habitual. La mayoría de los niños de la calle tienen la misma historia que contar, girando en torno a ser usado, abusado y arrojado a la calle con la basura. Yo había pensado que le estaba haciendo un favor, dejándole quedarse en mi cuarto de invitados y consiguiéndole un trabajo real para variar, pero una parte de la furia de Tony era un precio elevado a pagar por seis meses de estabilidad.
Nuestra relación no era lo bastante cercana como para ayudarme a entender cómo mantener a Tomas seguro sin parecer que lo estaba abandonando. Parte del problema era que a ninguno de los dos le gustaba abrirse, y no ayudaba que hubiéramos tenido un comienzo escabroso. Salí del baño la noche que él se instaló para encontrarle holgazaneando desnudo en mi cama, su pelo se desparramaba como una mancha de tinta contra mis sábanas blancas. Había permanecido de pie allí, aferrando mi toalla Winnie the Pooh y mirándole boquiabierta, mientras él se desperezaba como un gran gato en mi colcha de plumas, todo músculos lustrosos y gracia felina. Él no estaba cohibido en absoluto y yo podía ver por qué; él definitivamente no se parecía a un niño callejero desnutrido. No había preguntado nunca su edad, pero había asumido que era menor que yo. Lo que le hacía mucho más joven por tener esa particular mirada en sus ojos.
No había podido evitar seguir el camino de una mano con largos dedos mientras él trazaba una línea abajo del lado de su cuerpo desde los pezones hasta la ingle. Fue una invitación obvia, y me llevó un segundo dejar de babear y darme cuenta de lo que pasaba. Finalmente me imaginé que él pensaba que se suponía que pagaría su cuarto en lo que él consideraba la forma habitual. En las calles, no hay nada gratis, así es que cuando me rehusé a aceptar dinero, él asumió que yo quería retribución de otro tipo. Debería haber tratado de explicarle, decirle que mi vida entera se había concentrado en ser usada y que sin duda alguna no iba a hacérselo a alguien más. Puede que si lo hubiera hecho, habríamos comenzado a hablar y habríamos aclarado unas pocas cosas. Por desgracia, lo que hice en lugar de eso fue enloquecerme y echarle fuera del dormitorio, junto con la manta que yo rápidamente había tirado sobre él. No sé lo que él pensó de todo eso, puesto que nunca discutimos sobre esa noche. Con el tiempo caímos en una rutina más o menos relajada, dividiendo las tareas domésticas, cocinando y yendo de compras como dos compañeros cualesquiera de cuarto, pero ambos guardamos nuestros secretos. Le pillaba observándome con una expresión extraña algunas veces, y creí que él estaba esperando que le abandonara como todos los demás. Yo realmente odié estar a punto de hacer exactamente eso.
– ¿Tú llegaste tempranero? –Él tocó mi mejilla y yo di un paso atrás, queriendo estar más allá de esos ojos confiados. No había ningún modo de escapar de lo que tenía que hacer, pero no tenía ganas de ver su cara cerrarse, y observar como cualquier fe que él hubiera recobrado en las personas se desvanecía por mí.
–No. –alterné la colocación de mis pies y traté de pensar cómo hacer que esto no sonara como un rechazo. No era su culpa que mi vida estuviera cayendo en espiral por el retrete. Otra vez–. Tengo que decirte algo importante, y tú necesitas oír y hacer lo que te pido, ¿de acuerdo?
–Te vas –No sé cómo lo supo. Tal vez yo tenía esa mirada. Él probablemente la había visto antes.
–No tengo opción. –Por mutuo acuerdo, nos movimos de la puerta trasera hasta la superficie pavimentada rodeando las escaleras hacia el nivel de la calle. No mucho más de una vista, pero al menos era más tranquilo. El aire olía a lluvia, pero el chaparrón que había estado fortaleciéndose toda la tarde se demoraba. Si me apresuraba, entonces tal vez podría llegar a la estación de autobuses antes de empaparme–. ¿Tú sabes cómo te dije que tenía algunas malas cosas hace poco tiempo?
–Sí, pero no hay nada por lo que preocuparse ahora. Estoy aquí –Él sonrió, y no me gustó la mirada en sus ojos. No lo quería cariñoso, no quería que me extrañara. Diablos, esto no iba bien. Decidí dejar de intentar ser sutil; no era mi punto fuerte.
–Hay algunas cosas serias que van a ocurrir pronto, y tengo que haberme ido antes de que se arme la de San Quintín. –Eso no era mucho como explicación, ¿pero cómo le dices a alguien que el gángster vampiro que te crió y al que trataste de destruir con todas tus fuerzas ha puesto precio a tu cabeza? No había forma que Tomas pudiera entender el mundo del que yo vengo, no si tuviera todo el tiempo en el mundo para explicar–. Puedes disponer de las cosas en el apartamento, pero lleva mis ropas al refugio. Lisa les sacará partido. –Tuve una punzada momentánea por mi armario cuidadosamente reunido, pero no puedo ser evitada.
–Cass…
–Hablaré con Mike antes de que me vaya. Estoy segura que él te dejará un lugar para dormir aquí durante una semana o dos, en caso de que alguien se deje caer por el apartamento buscándome. Probablemente no sería bueno que regresaras allí durante un tiempo. –Había un apartamento estudio sobrante en lo alto del edificio de la época cuando los dueños algunas veces vivían sobre sus negocios. Mike lo había usado bastante recientemente, así es que debería estar en una condición aceptable. Y definitivamente me sentiría mejor sabiendo que Tomas se quedaba allí. No me gustaba la idea de un montón de vampiros enfurecidos apareciendo de improviso en nuestra casa buscándome y encontrándole en cambio.
–Cassie. –Tomas tomó mi mano cautelosamente, como si temiera que la pudiera quitar de un tirón. Él pensaba que yo estaba tensa acerca de ser tocada desde ese malentendido inicial. Nunca le había corregido porque no quería dar la impresión equivocada y, francamente, era más fácil guardar la compostura si yo mantenía un poco de distancia entre nosotros. Él no necesitaba ser golpeado en la casa así como también en el trabajo–. Voy contigo. –Él lo dijo serenamente, como si fuera la cosa más lógica del mundo.
No quería lastimarle, pero no podía permanecer en pie allí y discutir el asunto con un asesino tras mí.
–Tú no puedes. Lo siento, pero dos personas son más fáciles de encontrar que una, y además, si soy atrapada… – me detuve porque no podía pensar cómo decirle qué tan malo sería y no sonar como una loca de atar. Por supuesto, él probablemente había visto bastantes cosas extrañas en las calles para hacerle más liberal que los policías, quiénes trataban a cualquiera que comenzaba a hablar de vampiros como un drogado o un psicópata. Pero aun si pudiera imaginarme una forma para decirle, no había tiempo.
–Lo siento; tengo que irme –Así no era cómo quería despedirme. Había muchas cosas que no le había dicho a Tomas porque estaba asustada de sonar como si le hiciera insinuaciones amorosas. Y ahora, cuando podría decir lo que sea que quisiera, tenía que irme.
Comencé a apartarme, pero él se agarró de mi mano y su agarre fue sorprendentemente fuerte. Antes de que pudiera insistir en que él me dejara ir, tuve una sensación muy familiar, completamente importuna avanzando lentamente sobre mí. El bochornoso aire nocturno fue repentinamente reemplazado por algo más frío, más oscuro y mucho menos amistoso. No sé lo que sienten los no sensitivos alrededor de los vampiros, pero toda mi vida he podido decir cuando ellos están cerca. Es como cuando dicen que alguien camina sobre su tumba… el tipo de un temblor abajo la columna vertebral combinado con un sentimiento de algo estando mal. Nunca me siento de esa forma alrededor de los fantasmas como las normas algunas veces hacen, pero me golpea con los vampiros todo el tiempo. Alcé la vista para ver una forma oscura silueteada contra el resplandor de las farolas por un instante, antes de que se perdiera en medio de la noche y se fuese.
– ¡Maldición! –Saqué mi pistola y empujé hacia atrás a Tomas dentro de la despensa. No que eso ayudase mucho; si Tony había enviado vampiros tras mí, entonces necesitamos más protección de la que una sencilla puerta podía dar. Había visto a Tony desgarrar una tabla sólida de roble fuera de sus goznes en un movimiento de sus manos delicadas, cubiertas de anillos, justamente porque no podía encontrar su llave y estaba de un humor.
– ¿Qué es eso?
–Alguien que no quiero ver. –Miré a Tomas y conseguí una visión de su cara con sangre y su mirada serena vacía con la muerte. No fue una Percepción, simplemente mi cerebro ocurriéndosele el peor escenario usual, pero fue suficiente para ayudarme a fijar las prioridades. Los vampiros no entrarían y matarían a la mitad del club buscándome. Tony estaba demasiado asustado del Senado para aprobar el magnicidio, pero él no se lo pensaría dos veces acerca de eliminar a algún chiquillo callejero que se metía en medio. Era la misma actitud que había mostrado cuando me dejó huérfana a los cuatro años para asegurarse por sí mismo el control completo sobre mis habilidades. Mis padres fueron un obstáculo para su ambición, así es que fueron eliminados. Simple. Y el Senado no estaba probablemente para preocuparse acerca de algo que podría ser aprobado como vieja actividad regular de la pandilla. La prioridad número uno, entonces, era tener a Tomas fuera de la línea de tiro–. Tengo que irme de aquí o pondré en peligro a todo el mundo. Pero ahora podrían venir detrás de ti pues nos vieron hablando. Pensarán que tú sabes a dónde voy.
Le arrastré hacia atrás a través de la despensa, tratando de pensar. Había sido una tonta por venir aquí, por dejarles ver a Tomas y a mí juntos. A pesar de ser dicho de otra manera regularmente, la mitad de la gente en el club suponía que él era mi amante. Si los secuaces de Tony comenzaban a indagar acerca de él y alguien les soltara eso, entonces le torturarían hasta la muerte tratando de encontrarme. Debería haber tenido mejor criterio que involucrarme, incluso platónicamente, con alguien. Yo era como algún tipo de veneno… ponte en cualquier parte cerca de mí, y tú tienes suerte si solamente mueres. De algún modo, tenía que alejar a Tomas así como también a mí misma y, como yo, él nunca podría esperar regresar. Una parte de la vida que le había ayudado a construir.
Había también el problema que el vampiro nos había dejado ir. Los había visto parecer que se deshacían en el viento, podrían moverse tan rápidamente. Él había tenido tiempo de sobra en esos pocos segundos para golpear, veloz como una serpiente, o para dispararme desde una distancia bonita, segura. Los vampiros realmente no necesitaban armas contra los mortales, pero el Senado prefería golpes que parecieran tan naturales como fuese posible, de tal manera que la mayor parte de los chicos de Tony las llevaban. Él podría haber supuesto que yo estaba armada, también, pero dudé que él temiera mi pistola aun si él no sabía qué tan mala era disparando. Lo mejor que podría esperar era retardarle. No, yo estaba viva porque quienquiera que estaba allí fuera había recibido órdenes para jugar limpio. La necro había dicho 8:43, y 8:43 que sería. Podría oír a Tony diciendo a la familia que él había organizado una última pequeña Percepción para su profeta, y esta vez, ella incluso no tuvo que hacer el trabajo por sí misma. Me pregunté si pensaban matarme aquí y trasladarme por Peachtree, o si simplemente abrumarían mi mente y me harían caminar allí como las proverbiales ovejas de la matanza. No era realmente entusiasta de uno u otro plan.
Lamí repentinamente mis labios secos.
–Bien, aquí. Ponte esto y alcanza tu abrigo. Recógete el pelo. –Mike había dejado una de sus muchas gorras de béisbol en un estante del almacén y yo la agarré, pero no había forma que todo ese pelo cupiera debajo de ella–. Necesitamos encontrar a alguien que tenga un abrigo con una capucha que tú puedes pedir prestada. Eres demasiado fácil de identificar. –Tal vez un de los góticos nos prestaría una capa. Si podría hacer a Tomas verse lo suficientemente diferente, entonces él podría ser capaz de escabullirse mientras los vampiros se concentraban en mí.
–Cassie, escucha. Hay… –nunca averigüé lo que había estado a punto de decir Tomas, porque la puerta por la que justamente habíamos entrado golpeó ruidosamente abriéndose como si el cerrojo no estuviese incluso allí, y cinco enormes vampiros se precipitaron en el cuarto. Parecían como un montón de defensas que se habían asociado a una banda grunge… todo músculo protuberantes y pelo hasta los hombros, grasiento.
Por un momento congelado, todos clavamos los ojos los unos en los otros. El tamaño es más o menos irrelevante cuando eres un no muerto, pero a Tony le gustaban grandes, especulo por el factor de la intimidación. Surtía efecto… estaba intimidada. El hecho que no se molestaran en esconder sus caras reales bajo las máscaras educadas no ayudaba. Yo sabía como se ve un vampiro cuándo caza —lo había presenciado bastantes veces— pero eso eran todavía las cosas de las pesadillas. Estaba a tiempo de preguntarme si viviría el tiempo suficiente como para necesitar preocuparme por las pesadillas antes de que ellos se desplazaran en un borrón de movimiento. Obtuve un disparó en el área general de su corazón, pero no le detuvo. No había pensado que lo haría. No que importase: No había planeado superar a cinco vampiros asesinos, y de ninguna forma podía tratar con esas probabilidades. Tony debía estar aun más enojado de lo que yo había pensado.
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